*Nº 0840 - JUEGOS DE LOS NIÑOS - CANGREJO - SÉRIE: ESPANHOL
Un día especial amaneció en el mágico mangue de Maya. Los cangrejitos, con su naturaleza curiosa y juguetona, se encontraron en su hábitat natural. Aquel no era un día común, pues el mangal, con su aura encantada, tenía preparada una sorpresa para sus pequeños habitantes.
Con el primer rayo de sol, ocurrió lo increíble: los cangrejitos comenzaron a transformarse. Sus pinzas y caparazones se desvanecieron, dando paso a cuerpos humanos diminutos pero perfectos. Sorprendidos y emocionados, los ahora pequeños niños se unieron a la diversión matutina. Corrieron, saltaron, jugaron y nadaron en las aguas claras del mangue, experimentando el mundo de una manera completamente nueva.
Mientras el sol ascendía en el cielo, los niños-cangrejo exploraban su entorno con renovado entusiasmo. Cada rincón del manglar parecía un paraíso lleno de aventuras y secretos por descubrir. En medio de risas y juegos, un acontecimiento aún más asombroso tuvo lugar. Desde las profundidades del mangue emergió una figura familiar: el padre de los cangrejitos.
El padre, al igual que sus hijos, había tomado forma humana. Su presencia imponente y bondadosa trajo una nueva ola de alegría. Con una sonrisa amplia, se unió a los juegos y las risas, compartiendo momentos preciosos con sus hijos en su nueva forma. Nadaron juntos, compitieron en carreras y se deleitaron en la compañía mutua, fortaleciendo sus lazos en este día mágico.
El mangue, testigo de esta transformación, vibraba con una energía especial. Los árboles se mecían suavemente, como si susurraran canciones antiguas de la naturaleza, mientras los rayos del sol se filtraban entre las hojas, creando un espectáculo de luces y sombras. Los otros habitantes del manguer, maravillados por lo que veían, observaron con curiosidad y alegría, respetando el momento especial de los cangrejos. El día avanzaba, pero la magia del mangue no disminuía. Cada instante estaba lleno de descubrimientos y emociones. La conexión entre el padre y los hijos se fortalecía con cada juego, cada carcajada y cada mirada compartida. El mangal de Maya, con su magia y misterio, había regalado a los cangrejos una experiencia inolvidable, un día de felicidad pura y vínculos renovados.
Y así, cuando el sol comenzó a ponerse, los cangrejos, aún en sus formas humanas, se sentaron juntos, contemplando el horizonte. Sabían que la magia del mangue les había brindado un regalo precioso, un día que recordarían para siempre. Y mientras la luz del día se desvanecía, se prometieron a sí mismos volver a aquel lugar especial, donde la magia siempre estaba presente, esperando para transformar y renovar.
- Después te contaré más sobre las aventuras en el mágico mangue de Maya.
FIM
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Projeto Literário e Musical Primolius Nº 0840
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